Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job. Job 2:9, 10.

Viktor Frankl suele citar una frase de Dostoievsky: “Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos”. Y uno de los comentarios de Frankl que se vale de este pensamiento es el siguiente, consignado en su libro El hombre en busca de sentido, donde relata, como psicólogo, su experiencia en los campos de concentración:

“Visto desde este ángulo, las reacciones mentales de los confinados en un campo de concentración deben parecemos la simple expresión de determinadas condiciones físicas y sociológicas. Aun cuando condiciones tales como la falta de sueño, la alimentación insuficiente y las diversas tensiones mentales pueden llevar a creer que los reclusos se veían obligados a reaccionar de cierto modo, en un análisis último se hace patente que el tipo de persona en que se convertía un prisionero era el resultado de una decisión íntima y no únicamente producto de la influencia del campo. Fundamentalmente, pues, cualquier hombre podía, incluso bajo tales circunstancias, decidir lo que sería de él -mental y espiritualmente-, pues aun en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana… Estas palabras [las de Dostoievsky] retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”.

Lo que importa no es tanto por qué sufrimos o para qué, sino cómo vamos a sufrir; qué actitud adoptaremos frente al dolor.

Job decidió ser “digno” de sus sufrimientos; llevarlos con entereza y, sobre todo, con plena confianza en la bondad y la sabiduría de Dios.

Tú decides qué actitud adoptarás frente a tu dolor.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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