Reflexiones para tí.

¿Qué es el hombre?

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Salmo 8:3-5.

No es novedad que desde hace casi doscientos años se ha establecido el paradigma evolucionista como la explicación totaliza­ dora de la realidad universal y humana. El hombre, desde esta concepción naturalista, sería un producto del azar, de la supervivencia del más apto, y todo su comportamiento se explicaría como conductas adaptativas para poder sobrevivir, solamente que con el tiempo y la evolución de la cultura estas conductas adaptativas adquieren formas más sofisticadas. Pero, bajo este esquema, todo lo que llamamos “valores”, o “espiritual” o “moral” en el hombre no serían sino formas camufladas, revestidas de “civilidad”, de esta lucha por sobrevivir. No existirían, por lo tanto, valores verdaderos, espirituales, sino solo instintos arcaicos que empujan al hombre en su lucha por la supervivencia.

En contraste con esta visión del hombre, está la sublime perspectiva que presenta la Palabra de Dios. El hombre no es producto de la casualidad, ni está en este mundo por azar o por capricho de las fuerzas de la naturaleza, sino que ha sido “hecho” por Dios un “poco menor que los ángeles”, y fue coronado por su Creador de “honra y de gloria”.

El hombre es, pues, en primer lugar, un ser creado por Dios; es una ideación divina plasmada en un ser de carne y hueso, creado de manera maravillosa, y en su ser total fue formado a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1:26). Tiene facultades y poderes que hacen de él un ser único, susceptible del más alto desarrollo y las más elevadas realizaciones personales y comunitarias, tal como lo demuestra la historia de la humanidad y su cultura, a pesar de los estragos causados por el pecado.

Alégrate, entonces, porque a pesar de tus conflictos internos, eres una sublime obra de ingeniería divina, y tienes en ti, bajo el poder fortalecedor y sanador de Dios, las facultades para salir adelante y hacer de tu vida algo noble, elevado, pletórico de vida, desarrollo y satisfacciones.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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