Los cinco mil
“No tienen que irse –contestó Jesús–. Denles ustedes mismos de comer”. Mateo 14:16.
Hay tareas que parecen imposibles. El único detalle es que quien da la orden no se equivoca ni exige algo que no podamos realizar. Eso significa que los discípulos podían alimentar a los cinco mil; y que nosotros podemos predicar el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo.
La tarea que Jesús planteó a los discípulos era –en principio– imposible. No tenían dinero para tal gasto ni comida para alimentar a esa multitud. Pero Jesús les dijo: “Ustedes tienen que darles de comer”. ¿Qué hacer?
La receta que nos presentan los evangelios es simple, y nosotros podemos utilizarla –sin preocupaciones– en nuestros desafíos espirituales. Incluso en aquellos que parecen imposibles.
Entendiendo que Jesús dará órdenes que podemos cumplir, el primer paso es buscar –con las herramientas humanas– cómo podríamos realizar el mandato divino. Quedándose de brazos cruzados porque no tenían tanta comida ni tanto dinero para solucionar el problema, los discípulos no hubieran conseguido ayudar a alimentar a nadie. Quedándonos de brazos cruzados, lamentándonos por los problemas, las limitaciones y las dificultades que tenemos, tampoco servirá de mucho en la predicación del evangelio.
Los discípulos buscan y encuentran la insignificante canasta de la merienda de un niño: cinco panes y dos pescados. ¡Estamos hablando de cinco mil hombres! Cuando buscamos en nuestra vida, en nuestra iglesia, es posible que encontremos apenas algunos dones, no mucho más que eso.
Sin embargo, la orden de Cristo es clara y directa: “Tráiganmelos acá”. Allí sucede el milagro. Todo cambia cuando está en las manos de Jesús. Los panes, los peces, los dones y las bendiciones se multiplican. En las manos de Jesús, lo poco se hace mucho y la nada se hace todo.
Cuando los recursos finitos están en las manos del Salvador, los hambrientos sacian su hambre, porque él es el Pan de vida. Los sedientos sacian su sed, porque él es el Agua de vida. Los que andan en tinieblas encuentran la dirección correcta, porque él es la Luz, la Verdad y el Camino. Los muertos en el pecado encuentran una nueva existencia, porque él es la Vida.
El milagro se produce en las manos de Cristo, pero quienes comparten el resultado de ese milagro con los necesitados son los discípulos, es decir, tú y yo. Esa es nuestra misión, esa es nuestra responsabilidad hoy.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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