¿Fracaso?
«El éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada» (Eclesiastés 10: 10, NVI).
A los siete anos, su familia fue desalojada y él tuvo que trabajar para poder vivir. Cuando tenía nueve años de edad murió su madre. A los veintidós lo despidieron del trabajo.
Cuando intento estudiar leyes en la universidad, lo rechazaron porque no cumplía con los requisitos necesarios. A los veintitrés puso un negocio con otra persona, pero tres años después su socio murió y el quedó con una deuda que le tomó muchos años pagar. A los veintisiete sufrió una crisis que lo dejó postrado en cama durante seis meses. Tras haber tenido un noviazgo de cuatro años, pe propuso matrimonio a su novia, ¿te imaginas lo que le respondió? La respuesta fue nooooooo.
Después de haberlo intentado tres veces, por fin a los treinta y siete años fue electo congresista. A los cuarenta y cinco se lanzó como candidato a senador, pero perdió las elecciones. A los cuarenta y siete fue candidato a la vicepresidencia de la nación, y no ganó. Con cuarenta y nueve años se postuló nuevamente a la senaduría, y volvió a perder. ¿Habrá seguido insistiendo?
Por suerte, no se dejó vencer por esas derrotas y a los cincuenta y uno gano a presidencia de los Estados Unidos, y se convirtió en el primer presidente republicano de esa nación. ¿Ya sabes de quién te hablo, verdad? De Abraham Lincoln, uno de los más grandes líderes que ha tenido el mundo.
¿Sabes por qué muchos fracasan donde Lincoln triunfó? Porque no han aprendido a perseverar ante la adversidad, obviando que cada vez que caigan pueden volver a comenzar. Al visualizar los retos a los que tendría que hacer frente como presidente,
Lincoln dijo en cierta ocasión qué lo confortó a lo largo de su vida: «Sin la ayuda del Ser Divino, […] no podré alcanzar el éxito. Con su ayuda, no fracasaré». Todos los «fracasos» momentáneos en realidad lo que hicieron fue prepararlo para un éxito perdurable.
¿Cuántas veces te has caído? ¿Cuántas veces te tocará fracasar en esta vida? No lo
No lo sé; lo que sí sé es que el Dios que estuvo con Lincoln también estará contigo. Graba con letras de fuego en tu mente esta maravillosa promesa bíblica: «A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece (Filipenses 4: 13).
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